CONDICION

Ahogado por tu Esfuerzo

En una ocasión escuché a mi padre, hablar de una anécdota, que, en esta mañana, el Señor trajo a mi mente, y en base a esto, quise tomarle por tema para este escrito. La anécdota nos habla de un joven que se estaba ahogando, y este joven luchaba con todas sus fuerzas, por salvar su vida. Y el padre del joven, de lo lejos , observaba tal acontecimiento. Y durante esta situación, una multitud de personas eran testigos, y ellos se admiraban, por el hecho despreocupante que el padre tenía, al no realizar nada, para tratar de salvar la vida de su hijo. Y esto produjo en ellos mucha confusión y curiosidad. ¡Mas, sin embargo, aun ellos tampoco hacían nada para socorrer en esta situación! Pero llega el momento en cuanto este joven, cansado de sus fuerzas; se da por vencido, y en ese momento se empieza a hundir. Entonces ahí es, cuando el padre de este joven, corre al rescate de él; extiende su mano y salva su vida. Las personas asombradas por el hecho de que esperó, hasta el último segundo, cuando ya este joven estaba siendo consumido, por el agua. Pero, la curiosidad de ellos era mayor que su asombro. Y tal les impulsa a estas personas a acercarse al padre y preguntarle, ¿El por qué? Y el padre con sus palabras seguras, en una total convicción, les responde: “Porque, si yo hubiera llegado en el momento, que él estaba con todas sus fuerzas, luchando por su vida, quizás también en esa desesperación y lucha, me hubiera ahogado juntamente con él”. “¿Y entonces, qué esperanza hubiera para ambos? Y también el sacrificio, quizás hubiera sido en vano”. Mateo 14:22-33, Marcos 6:45-52, Juan 6:15-21

Cuando aún todavía no terminaba de recordar esta anécdota, de una manera inmediata el Señor, trajo a mi mente, el relato cuando el Apóstol Pedro, en una acción sobrenatural, camina sobre el agua. Pero también podemos leer después, como en un corto lapso de tiempo, él se empieza a hundir.  Y yo me hacía las siguientes preguntas, ¿Cuál era la postura de Pedro en ese momento; y en qué condición, se encontraba después, ¿cuándo él se empezó a hundir? 

La palabra menciona, que era la cuarta vigilia de la noche, o sea la hora entre las 3:00 AM – 6:00 AM, la hora más pesada, cansada y oscura. La barca en donde los discípulos viajaban, estaba en medio del mar, y siendo azotada por fuertes vientos contrarios. Las olas se levantaban por la fuerza de la tormenta en contra de ellos; y ellos remaban con gran fatiga. Éxodo 14:21-31

Y cuando el Señor Jesús los vio fatigados, ahí en ese momento, cuando sus fuerzas habían cesado, es entonces cuando él empieza a dirigirse sobre el mar, hasta el lugar en donde ellos estaban. Y en esta porción Bíblica, la palabra fatiga, proviene de una palabra griega “basanizomenous”, que quiere decir agotados por la tormenta, o atormentados. ¿Y qué es ser atormentado? Bueno; esto es el hecho de ser invadido en nuestro cuerpo, y en nuestra mente, por una causa, o un malestar grave, generalmente persistente o recurrente. O sea, lo que esto quiere decir, es que somos víctimas de nuestra propia distorsión mental, invadida por dudas, miedos, inseguridades; pero, sobre todo, por falta de fe. Hebreos 11:1-3, Hebreos 11:29

En cuántas ocasiones nos hemos encontrados ahogados, sumergidos en nuestra aflicción, en nuestro último límite de esperanza. Porque llevamos mucho tiempo abatidos, luchando contra vientos, mareas, tormentas, tempestades, fantasmas de nuestro pasado, y todo esto han sido provocados por nuestra propia fuerza, producto de nuestra debilidad. Romanos 12:2, Efesios 2:2-3

Esta era la postura de Pedro, estaba cansado, turbado por la fuerza de los vientos que estaba enfrentando, consumido en sus temores, con la visión oscura, que no le dejaba ver con claridad más allá de la tormenta que estaba viviendo. Hasta, que la voz del Salvador llega en ese momento, cuando quizás Pedro y aun los discípulos cansados y abatidos, habían perdido toda esperanza. Es entonces que una voz llena de Paz, convoca a Pedro a descender de su aflicción, y en ese momento empieza a caminar en fe, sin temor a lo desconocido. Pero, cuando los vientos de la tormenta, vuelven a retomar el lugar que tú le has dado, tu fe, empieza a desvanecer, tu mirada ya no está puesta en el Señor, y por tu misma fuerza, te empiezas a ahogar en tu condición de muerte. ¡Y empiezas a exclamar a gran voz “¡Señor, sálvame!” Y al momento, Jesús extiende, su mano preciosa, ¡y dice “¡Hombre de poca fe! ¿Porque dudaste?”.  Hebreos 12:1-2

¡Mis amados hermanos, no temas que el Señor está contigo! ¡No Desmayes, porque Jehová tu Dios te esfuerza! Jesús, ¡es nuestro Salvador! Él es el único que sacrificó su vida, en rescate por la nuestra. Jesús, es el único que puede traer paz, en medio de la tormenta; traer claridad, en medio de la confusión; seguridad, en medio de la desorientación; confianza, en medio del temor; esperanza, en medio de una desilusión; paciencia, en medio de la desesperación; y fe, en medio de todas tus dudas. “Venid a mí todos los que estén trabajados, y cargados, y yo os haré descansar”. Dice el Señor. Amén Isaías 41:10, Mateo 11:28, Juan 3:16

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *